Autor: Itxaso Aramburu

*Traducción del texto original

El puente de diciembre ha sido especial para los alumnos de Bachillerato. Siguiendo los pasos de San Ignacio de Loyola, hemos vivido experiencias interesantes y enriquecedoras en París.

Para los que no conocen la ciudad, han visto que es una ciudad llena de luz, con una cultura riquísima. El primer día de nuestra experiencia de 3, visitamos el museo Louvre donde descubrimos pinturas y esculturas de distintos países y épocas. A la tarde, acompañados por el sol, visitamos el centro y la Catedral de Notre Dame. Para cuando nos dimos cuenta era de noche y descubrimos que el día en París es más corto que en Donostia. Terminamos compartiendo reflexiones de la jornada y nos preparamos para el siguiente día.

Ha llegado el segundo día y continuamos con los pasos de nuestro fundador, a la vez que nos damos cuenta de que su estancia en París fue muy importante. Tras encontrar su nombre entre los alumnos ilustres de la Universidad de Sorbona, hemos continuado hacia Monmartre. En este pequeño y encantador barrio no nos hemos podido resistir a la tentación de hacer alguna compra y degustar un dulce crêpe. Aprovechando el atardecer, hemos ido a visitar la Torre Eiffel. En el camino hemos vivido un momento relevante en la cripta de Saint Denis recordando la reunión de San Ignacio en ese lugar y haciendo un guiño al compromiso que adquirió.

El último día hemos aprovechado para ver los contrastes de París. El recorrido comienza en Arc du Triomphen, bajando por Champs Elyssées. La calle está muy tranquila y, según parece, los lunes no son el día elegido para hacer compras de lujo. Esto nos permite pasear tranquilamente entre tiendas, sin mirar detalladamente a los precios de los escaparates, por si acaso. Tras pasar la zona de ‘lujo’, hemos recorrido una zona acondicionada para la Navidad hasta Concorde.

Tras reflexionar en torno a jornada de la mañana, nos dirigimos al norte, hacia la basílica de Saint Denis. Saliendo del metro nos encontramos con un París cosmopolita, pero aquí las paredes del metro no tienen baldosas, hay tiendas de todo tipo y los precios son más bajos que los habituales. Las marcas de éste París pueden ser las heridas en los corazones de las personas escondidas en una realidad cruda provocada por las dificultades diarias, que se mantiene invisibles.

Seguramente esto ha sido lo que nos ha dado la fuerza para reflexionar en torno a dónde dirigimos la brújula de nuestras vidas. Abramos los ojos y volvamos a nuestra rutina, pero teniendo en cuenta las luces y las sombras de la realidad.
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